Wednesday, June 21, 2006

Una viaje astral. (continuación... o segunda parte, vamos)


No tenía ni idea de dónde había ido a parar. Era una llanura con escasa vegetación (la yerbita tonta de toda la vida) y un discreto riachuelo que corría a mis espaldas con cantarín y húmedo reír. ¿Qué sitio era aquel al que Lennon me había empujado? IMAGINE lo que te haría si te pillase cabrón.

Entonces le vi. A unos 20 metros. Era Alejandro Magno. Alexandros. Iskander. El conquistador de medio mundo. Señor de un vastísimo imperio. Alejandro Magno... un retaco de mierda. No me llegaba al pecho ni de broma. Hay que joderse... eso sí, el uniforme era guapo, guapo.

-¿Qué se cuenta Alex?

Opté por lo coloquial teniendo en cuenta que según sus biográfos, el Magno era un tipo sociable y tal.

-Inclínate ante tu señor –me soltó con una voz sorprendentente fuerte para su tamaño.

-¿Perdona querido? ¿Qué me incline dices?

-Ante tu señor. Eso es.

Bueno, no soy un tipo servil por naturaleza, pero si consideramos que venía acompañado por dos batallones de falangistas macedonios con unas picas inmensas... ¿quién era yo para llevarle la contraria?

Y me incline ante el viejo Alex.

No había retomado mi posición inicial cuando le oí decir por lo bajini...

-No, no... pero si eso, date la vuelta -esto, al tiempo que se levantaba el faldellín.

Recordé en aquel aciago momento, que sus biográfos también se hicieron eco de su “amistad” con Hefaistión. Hefaistión, penetración, maricón... pura asociación de ideas, que en otro momento no tendría mayor importancia, pero que en la situación actual se tornaba un tanto preocupante.

-Y una mierda chato –y es que me salió del alma.

-¿CÓMO? –rugió histérico el patato.

-Comiendo -ya estaba lanzado y me daba igual que fuera el mismísimo Alejandro Magno.

-¿ME DESAFIAS PERRO?

-Pues va a ser que sí.

Y casi me coge desprevenido porque se me abalanzó enfurecido y con las uñas en ristre cual zorra de discoteca dispuesta a destrozarme el rostro. ¿Sería cabrón? Bueno, el caso es que me aparté y se fue a tomar por culo (una frase que le venía que ni pintada) por el agujero negro (parece ser que su destino era estar asociados a ciertas palabras o frases con franca connotación sodomita) no sin antes gritar a sus hombres:

-¡DESTROZAD A ESE PERRO!

Pues no les iba a dar ese gusto. Iba a coger mi agujero negro, me iba a pirar y si me encontraba al Magno por el camino, le iba a dar una paliza de las que hacen historia. Él y yo. Lamentablemente, y como decía mi abuela “una cosa piensa el borracho y otra el cantinero”. Aquel agujero había quedado inservible. Era sólo (como descubriría más adelante) de 1 viaje de ida y otro de vuelta.

Lennon ya me había advertido. Mi cuerpo estaba allí para sufrir lo mismo que sufriría mi alma.

Me di la vuelta y les miré a los ojos. Dos escuadrones de soldados, fuertes, aguerridos y perfectamente entrenados para matar. Filas y filas de hombres con sus picas por delante y avanzando en mi dirección. En principio pensé en retirarme porque aquello era mucho con demasiado, pero ya estaba bastante enfadado por la actitud del puto Alejandrito, así que decidí plantarles cara.

Yo he entrenado kick boxing y tal y estoy más o menos en forma. Y no soy un cobarde, por lo que sin pensarlo mucho, me lancé a la pelea. No les voy a cansar con la narración de aquella titánica lucha. Duró horas, pero los detalles sobran. Baste decir que acabé con dos costillas rotas, algunos rasguños en la frente y un esguince.

Ellos tuvieron 6750 muertos, 1500 heridos e hice 250 prisioneros.

Ràpidamente y rendidos ante las evidencias (y ante mi) decidieron aclamarme como su nuevo jefe, a lo que me negué porque desde luego no me gusta el poder. Soy así de sencillo, humilde y encantador. Y consecuente con mis creencias, me pusé a buscar una manera de abandonar aquel lugar y regresar a la tranquilidad de mi habitación.

No tuve que andar mucho. Uno de los heridos señaló asustado unos jirones brumosos que surgían aparentemente de la nada y que al cabo de unos segundos conformaban un auténtico agujero negro.

Rápido como el viento y antes de que algún imponderable me retuviese para siempre en aquel plano dimensional, salí corriendo como un demente y no paré hasta saltar dentro de aquel hueco oscuro. Iba dispuesto a caer en mi confortable cama.

Porque yo lo valgo.


(continuará...)

Tuesday, June 20, 2006

Dormía como un bebé cuando...


No sé si sabéis lo que es un viaje astral. Os lo explico. Un viaje astral no es otra cosa que cuando tu espíritu, alma o como quieras llamarle se desprende de tu cuerpo (esto sucede en el 99% de los casos durante el sueño) e inicia un recorrido por otros planos de la realidad o dimensiones alternativas. Más o menos.

Pues eso… que yo tuve hace dos noches un viaje astral. Pero lo mío fue a lo bestia. El cuerpo siguió al espíritu y sucedieron cosas miles. Yo he de confesar que no soy un creyente en este tipo de cosas, pero oye, cuando suceden… suceden.

Y punto.

Todo empezó por el principio, como suelen suceder estas cosas (y otras que no voy a mencionar) y de una manera muy curiosa. Dormía a pierna suelta y con la placidez de un bebé recién alimentado. No había entrado yo en la fase de sueño REM cuando intuí que algo raro estaba pasando.

Fue abrir los ojos y ver al fantasma de John Lennon a los pies de mi cama… liándose un canuto.

-¿Y tú que coño haces aquí en mi habitación, melenitas hippie de mierda?

Ciertamente, soy un ser humano sociable y fácil de tratar, fe de ello pueden dar muchos de mis amigos y mis pocas amantes… pero tengo un despertar como que muy malo. Ya sé que hablamos de John Lennon, pero oye, tampoco es que sea fan suyo.

-Repito… ¿Qué COÑO HACES AQUÍ LENNONCITO PATILLUDITO DE LOS COJONES?

Si es que cuando me embalo me pongo detestable.

-La verdad es que pasaba por aquí.

“Pasaba por aquí.” Tal cual. Como suena. ¡Pasaba el tío por mi habitación! ¡El mismísimo fantasma de John Lennon! Cogió, se aburría el notas, se fue a dar una vuelta… ¡y terminó en mi cuarto!

-Atiende bien señor MEGUSTANLASJAPOSFEAS, esto es una propiedad privada. Si estás aquí, es que has invadido dicha propiedad con la consiguiente infracción de la ley y la por supuesto consabida y esperada somanta de palos que te voy a meter por entar en mi dormitorio.

Lennon le dió una calada más que profunda a su porrito y casi con indiferencia me dijo:

-En realidad hay una laguna legal en eso que me cuentas.

-¿Ah sí? ¿Y cuál es querido?

Y fue entonces cuando soltó la bomba:

-Porque esto es un viaje astral. No es la realidad tal y como siempre la has conocido. Estás en otro plano. Conmigo.

Si esto me lo dice un tipo, un domingo por la mañana, mientras paseo por el Rastro, sencillamente cruzo la calle, me acerco a comisaría y le pongo una denuncia por acosador y demente. Pero aquello era muy diferente. Aquello tenía toda la pinta de ser cierto. A pesar de que Lennon estuviese muerto, de que era un absurdo hablar con su fantasma y de que yo creía que los viajes astrales eran una invención de mi vecino para pirársele a la mujer… sabía perfectamente que estábamos en un lugar parecido a mi habitación, pero que NO era mi habitación. Aún así me costaba reconocerlo.

- No me lo creo tío. Si esto fuese un viaje astral no me sentiría tan físico. Sería algo más etéreo. Más espiritual, ¿no crees?

-En tu caso no. En realidad, te negaste a abandonar tu cuerpo, pero tu alma estaba tan en trance que arrastró a tu humanidad consigo. Lo que quiere decir que no sólo viajarás por dimensiones varias, sino que experimentarás lo que allí suceda. Lo bueno y lo malo.

Sonreí, aunque no muy seguro de mi mismo.

-¿Qué puede haber de malo en un viaje astral?

El ex Beatle le dió una calada guapa al canuto. Lo tiró al suelo y lo aplastó con el pie. Levantó la vista hacia mi.

-Compruébalo tú mismo.

Y aquel hijoputa me empujó dentro de una especie de agujero negro.


(continuará…)

Tuesday, June 13, 2006

Pienso, luego envidio



Hace cuatro años, estaba yo sentado en mi puesto de trabajo, en una compañía en la que predominaban los colores verdes, era de telefonía móvil y en su momento, usaba como lema aquella canción de “Libreeeeee, como el viento”.... y cuyo nombre no voy a desvelar, cuando se acercó mi supervisor y poniendo su mano en mi hombro de una manera en absoluto heterosexual, me confirmó que mis vacaciones para la primera quincena de septiembre me eran concedidas. En realidad, esperaba esa noticia, ya que no es un período vacacional muy codiciado en las empresas. Julio y agosto tienen más seguidores.

Pero a lo que iba. Nada más alejarse mi supervisor, mis compañeros se acercaron y con aire conspirativo me preguntaron si me habían echado la charla por algo. Como soy un poco bromista... bueno, un poco hijoputa, les dije con aire triste que así era y ante sus cada vez más apremiantes preguntas, les narré un aberrante historia en la que me habían cogido fumando porros en el baño mientras defecaba y leía un cómic de Spiderman que me había robado de un kiosko. Pude leer en sus rostros el conflicto entre su admiración por mi rebeldía (un porro es como de muy rebeldes y lo del cómic era la ostia) y su asquito por dedicarme a menesteres tales como la evacuación de vientre (cagar es humano, pero muy mundano) que no es algo como para confesar.

Como les conocía bien y para evitar que me tomaran en serio tal y como hicieron cuando difundí el rumor que una de nuestras compañeras iba a ser madre soltera (rumor que apuntalaba con contínuos actos de solidaridad para con la “embarazada”) les dije que no, que simplemente me había dicho que me piraba de “vacas” en septiembre.

La decepción se leía en sus rostros y se percibía la furia contenida por escamotearles el espectáculo de un proceso de despido por indisciplina, cuando se percataron de algo mucho más grave y que daba más juego.

YA ELLOS HABIAN COGIDO SUS VACACIONES.

Peor aún...

MIENTRAS ELLOS CURRABAN... ¡¡¡YO ESTARIA EN LA PLAYA!!!

Y como era de esperar, saltó una con el clásico “¡Joder, que bien que viven algunos!”. “Tu padre será uno de ellos chica, porque en esta empresa, cuyo nombre, repito, no voy a desvelar... estamos todos bien jodidos”... recuerdo que pensé. Pero la cosa no paró ahí, acto seguido tuve que oír perlas como las que a continuación figuran:

- “Que morro colega”
- “Pues vaya gracia, uno aquí pringando y este listillo en la playita”
- “Si lo llego a saber... ¡me las pido en noviembre!”
- “¡Que envidia!”

Vamos, que me quedé flipando en colores. Porque si bien es cierto que yo iba a estar de ocio total mientras ellos languidecían frente a una pantalla de ordenador... ¿no era tanbién cierto que todos y cada uno de mis compañeros ya habían disfrutado de sus bien ganadas vacaciones? ¿QUÉ COJONES HACIA YO AGUANTANDO AQUELLA TONTERIA? Pues lo que hacemos millones de personas que habitamos en esta España nuestra.
Aguantarnos.

Porque de todos es sabido que la envidia es el deporte nacional en este país, incluso por encima del fútbol (soccer, por si hay algún lector norteamericano) que ya es mucho decir. ¿Quién no ha oído en el metro, en una cola o e nuestra propia casa decir a un néne de 4 añitos: “No seas tan envidioso”... y todo porque la criatura ha hecho uso de su naturaleza de niño y ha querido que los mimos que se le prodigan a su hermanito recién nacido, sean compartidos con él.

Creamos envidiosos.

Tenemos un chalet con piscina y si el de al lado se hace otro... ¡nos jode! Claro, es que perdemos la originalidad. ¡Por mi como si le hace otra piscina al perro! Yo, mientras no venga a joder y a nadar en la mía...

Que por otro lado, también puede pasar que este vecino no piense así, pero el que se hizo la piscina, lo haya hecho porque le dió envidia que el otro tuviese una. ¿Qué no? Fijaros en vuestro rellano, cuando alguien hace una obra más o menos maja en su casa, como luego van tres o cuatro vecinos detrás a cambiar puertas, encimeras, teles y dentaduras postizas.

Y como tengo que ir a mear, concluyo diciendo que el que más me tocó el escroto, fue un amiguete que cuando íbamos por la calle, se tiraba como loco a arrancarle el logo a cuanto Mercedes Benz veía aparcado porque decía que los dueños seguro que eran unos “cabrones prepotentes de mierda”.

Verídico como la vida misma. Y si no me creéis es que sois unos envidiosos que no tenéis vivencias originales y os jode que otros las tengamos.

Y me piro.

PD: ¿De verdad no os habéis dado cuenta que el nombre de la compañía para la que trabajaba era...?