Friday, December 22, 2006

Revisión de un clásico

Érase una vez, una niña que tenía una capa con caperuza de color rojo y que fué al bosque a recoger flores para su abuelita.

De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.

- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.

- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.

- No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.

Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer.
La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.

Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.

El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta.

La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!

- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!

- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!

- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.

Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.

El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.

Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.

En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección.
Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

Y este es a grandes rasgos, el resumen de la célebre historia de La Caperucita Roja, que incontables adultos ha leído o contado a sus hijos o nietos. A mi personalmente no me parece una mala historia. No señor. Lo que sí me parece es una hipocresía. Hemos apabullados a nuestros menores con una versión edulcorada y patética de lo que en realidad pasó en ese bosque.

Porque el cuento está basado en HECHOS REALES.

Como les contaré más adelante...

Wednesday, December 20, 2006

Ruptura




-Tito, mira...
-¿Hacia dónde?
-Hacia aquí.
-Debí imaginarlo.
-Tito, esto no funciona.
-Da igual, te la regalé hace un par de meses y la garantía es de un año; así que...
-Tito, hablo de nuestra relación.
-¿Nuestra relación? ¿Qué le pasa a nuestra relación? ¿Marcha mal?
-No marcha Tito, no marcha.
-¿No será problema del carburador?
-Me parece que no.
-¿Será el aceite?
-No creo.
-Yo tampoco, pero no tengo nada en contra de la gente que va a las iglesias, ni de la Semana Santa.
-¿De cuál?
-No podría especificarlo... han sido tantas semanas.
-En cualquier caso; da igual Tito. No podemos seguir juntos.
-¿Tus padres?
-Bien ¿y los tuyos?
-No, me refiero a que si son tus padres el motivo por el que ya no quieres seguir conmigo. Nunca les he caído bien.
-Ni mal tampoco. Siempre te han ignorado.
-Lo sé.
-Pero, tranquilo que esa no es la razón de que te deje.
-¡No me tortures más Isabel! ¡Quiero saber el motivo por el que este amor se desvanece!
-Jamás te torturaría Tito. Y menos aquí...delante de tantos testigos... hay leyes ¿sabes?
-Entonces...
-Otro hombre ha usado mi cuerpo.
-¡Isabel!
-No. Ricardo.
-¿Dónde habré oído ese nombre?
-Hubo un rey llamado Ricardo Corazón de León...
-¡Aristócratas de mierda! ¡Que no crea que por ser rey se saldrá con la suya!
-No hablo de ese Ricardo, Tito. Ese creo que murió hace algún tiempo. Me parece que de un infarto. Este es otro.
-¿Otro rey?
-No, otro Ricardo.
-Vaya por Dios... pero, en fin, ¿cómo es posible? ¿Cuando sucedió Isabel?
-La noche en que discutimos.
-¿Te refieres a hace cuatro días? ¿Al martes?
-Sí. Esa noche sentí que un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando te marchaste...
-Ya, mis palabras crueles y absurdas helaron tu alma angelical.
-No. Al portero se le olvidó encender la caldera de la calefacción.
-Cabronazo. Pero, ¿te sentiste herida?
-Un poco, lo reconozco; pero lo principal era acabar con aquel maldito frío, así que subí al 5º-C a pedirle a Jesús que me dejara una estufa eléctrica que otras veces nos ha dejado cuando ha pasado esto.
-¿Y... ?
-Y Jesús no estaba.
-¿Y Juan el Bautista?
-Tampoco. El que estaba era Ricardo. El hermano de Jesús, que llevaba 5 años estudiando en Inglaterra.
-¿La tierra antiguamente conocida como Britania?
-Exacto.
-Y ¿qué pasó?
-Es difícil de explicar. Fue todo muy confuso...yo llamé a la puerta... esta no vino... él sí... me abrió... recién salido de la ducha... una toalla envolvía su cintura...aquellos abdominales... ¡Dios!... ¡Te juro que yo no quería chupársela!
-¿Chupársela? ¿A que te refieres Isabel? ¿Qué fue lo que chupaste aquella desdichada y escalofriante noche del martes pasado?
-¡Su enorme, bestial, jurásica, apocalíptica, elefantina y demencial polla! ¡Que tranca! ¡Aquello era La Madre de Todas Las Pollas! ¡El Nabo del siglo XXI!
-¿QUÉÉÉÉÉ? ¿Ese animal te obligó a introducirte su miembro viril en tu delicada cavidad bucal?
-¡Sííííííííí!
-Y... y... y... ¿tú cómo reaccionaste ante semejante ultraje?
-Pues en plan zorrón. Chupé un rato, cuando ya me dolían las mejillas; le pedí que me lo hiciera él a mi, me metió también tres dedos; después le dejé que me diera por culo, luego le hice una “cubana”, se corrió en mi cara; nos duchamos y al rato...vuelta a empezar.
-¡Isabel pobre princesa violentada! ¡Que degenerado! ¿Y por qué ante tal infamia no gritaste?
-¡Sí grité! ¡Claro que lo hice! ¡Joder cómo grité! ¡Como una desquiciada!
-¡Oh! ¡Oh, mundo terrible en el que nos ha tocado vivir! ¡Una mujer mancillada grita y nadie va en su auxilio! ¡Cuanta desidia e indiferencia ante el sufrimiento humano!
-Bueno, sufrir, sufrir; hubiera sufrido de no estar lubricada... ¡pero es que fue ver aquella cosa y empaparme toda! ¡Cuando aquellos dedos entraron hacían plop, plop, plop!
-¡INFAMIA! ¡PERJURIO!
-Y tú gilipollas...
Y va la tía y le cierra la puerta en la cara.

Sunday, December 03, 2006

Tal vez...

Estoy releyendo por quincuagésima vez un libro de Stephen King llamado “It”. Un libro que a primera vista se cataloga sin titubear como una novela de terror. Yo me permito discrepar. A quien no lo ha leído, le tranquilizo ya que no voy a decir nada… pero los que ya lo han leído, sabrán que habla de algo más que ese sentimiento tan básico como es sentir pavor ante algo que o comprendemos.

Y como me gusta respaldar (siempre que puedo) mis afirmaciones con hechos… os traigo un extracto de “It” en el que Ben, uno de los niños protagonistas, yace tras un accidente en su cama del hospital y recibe la visita de sus amigos. Amigos a quienes su madre, posesiva y manipuladora, no puede ni ver… pero que no le fallan a su colega en tan bajos momentos.

Dice así:

“Tal vez –pensó- no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos. Tal vez también valga la pena morir por ellos, si así debe ser. No hay buenos amigos, no hay malos amigos. Sólo hay personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón.”
No sé... igual tiene razón.